Compensación de emisiones de carbono: los entresijos de una ilusión

Presentada como una verdadera herramienta milagrosa para hacer frente a las emisiones de CO₂ de las empresas, sobre todo en el sector turístico, la compensación de carbono lleva más de 10 años impulsando planes de acción sostenible. Pero detrás de este concepto, que se promueve como una solución, nos encontramos con una ilusión entre la paradoja sostenible de la compensación, sus límites y el desafío de los proyectos. Hoy Van Thai Nguyen, director de TTB Travel, una agencia receptiva que es una ardiente defensora del auténtico Vietnam, me acompaña en esta reflexión que se ha convertido en un verdadero problema en suelo vietnamita.

La paradoja de la compensación

La compensación de carbono llegó con la idea de equilibrar la huella de carbono, mediante un sistema de créditos calculados en relación con las emisiones producidas, que luego se utilizarían para financiar proyectos de desarrollo sostenible. El preferido de este proceso, es la plantación de árboles, una idea que ha atraído a varias empresas, sobre todo del sector turístico.

Sin embargo, desde los Acuerdos de París de 2015, está claro que el concepto de compensación ya no es suficiente. Mientras que la compensación nos invita a poner una curita a un mal, a un prejuicio o incluso a una indemnización, nos enfrentamos desde hace más de 6 años a la reducción de la huella de carbono, incluso a su neutralidad.

Sin olvidar que esta herramienta de compensación también está sujeta a la lógica del mercado: con el costo social del carbono (CSC) presentando un precio accesible para las empresas, esto apoya indirectamente la idea de compensar en lugar de reducir. Esto plantea dudas sobre si estas empresas actúan porque están realmente comprometidas o solo para tener una buena conciencia.

Trazabilidad reducida y cuestionamiento de la ética de los proyectos

Es importante destacar la huella reducida de este intercambio económico. En el esquema clásico, la idea es implicar al consumidor final en los proyectos, llamados sostenibles, mediante el pago de una factura de compensación de carbono, calculada en función de su compra de un producto o servicio. La empresa, a su vez, recoge el dinero en forma de crédito de carbono y lo transmite a una organización especializada, que actúa como intermediaria de proyectos de desarrollo sostenible, dirigidos por ONG y comunidades locales.

Sin embargo, en muchos casos, la visibilidad y la trazabilidad de la inversión son bastante escasas, lo que pone en duda la ética de los proyectos. 

Vietnam podría ser un ejemplo evidente, ¿puedes explicar esta paradoja de "plantar árboles para amplificar la deforestación"?

"La cadena está demasiado marcada por la intermediación, con al menos 5 intermediarios en esta transferencia de responsabilidad, que supone la compensación de carbono. Este problema de transparencia de la información genera el fenómeno del teléfono árabe, y dificulta el rastreo de la información. 

El gobierno vietnamita, debido a la corrupción generalizada, aprovecha esta zona gris en su beneficio y genera el fenómeno de la deforestación. En Vietnam, el gobierno ve los proyectos de plantación de árboles, que aportan un valor económico a corto plazo, como una excusa para cumplir dos objetivos: el primero es destruir los bosques primarios para explotar su preciosa madera, el segundo es recaudar fondos que se desviarán para el enriquecimiento personal. Así, los proyectos de plantación no justifican necesariamente la eficacia, y cuantos más proyectos se inventan, más fomentan la destrucción de los bosques primarios.”

Compensación de carbono: la solución rápida a una problemática sostenible

A través de “la solución fast-food”, Van Thai recalca el lado superficial de la compensación de carbono, regido por la emergencia climática del momento y la visión reducida del desarrollo sostenible, focalizada en su dimensión medioambiental. Una solución anclada en el pensamiento occidental, presentada más bien como un paracetamol para curar los dolores de cabeza, mientras un tumor está en el centro del problema de salud, del cuerpo que es el ecosistema turístico.

Dices que "al centrarse en la neutralidad del carbono, estamos ignorando por completo la presencia humana en la biodiversidad", ¿cuáles son los verdaderos problemas que reflejan esta reflexión?

"El primer problema es que estamos detectando el problema equivocado, lo que representa una paradoja: estamos plantando árboles para resolver problemas que vienen de otro lado, pero que no resuelven los verdaderos problemas cotidianos, como la contaminación del aire y del plástico, que son desafíos importantes en Vietnam. 

El segundo problema son los efectos secundarios de la dosis de Paracetamol ingerida ante este problema equivocado: la plantación de acacias destruye el ecosistema que puebla los territorios. Las autoridades locales abusan de su poder para forzar la implantación de este monocultivo, engañando a los habitantes con el objetivo de producir papel. Estas acacias son muy tóxicas para las tierras agrícolas, que una vez plantadas, destruirán todas las demás especies vegetales. Esto hace que la tierra sea estéril, sin posibilidad de cultivar otros productos.

Además, existe un problema de anclaje, en el pensamiento de los occidentales, que sufren de una miopía con respecto a la plantación de árboles: al centrarse demasiado en el planeta, y no necesariamente en los habitantes y animales que lo pueblan. Y esos peligros latentes nunca son revelados de forma transparente por las empresas que venden los créditos de carbono."

Por último, me gustaría terminar con un punto sensible y verdadero, el de la transferencia de la responsabilidad a un tercero. Según Van, "el viajero no se hace responsable de comprobar la veracidad de la información y el compromiso de la empresa que planta árboles en su nombre". Se deposita una gran confianza de parte del cliente, en un momento en el que desea reducir su huella de carbono causada por su consumo, pero la palabra de la empresa, voluntaria o involuntariamente, no se cumple. Así pues, se comparte una carga importante en ambos lados de la balanza, lo que arroja luz sobre la importancia de la andragogía en el desarrollo sostenible.